viernes, 5 de septiembre de 2008

ANTÁRTIDA, un lugar en el mundo


La entrada en el mes de septiembre es curiosa, tan solo hace una semana que respirábamos calor en las conversaciones con los colegas, y ahora, ya empiezan los comentarios de invierno, que que haces este invierno, que si yo esto, que si yo lo otro. Este mes, por lo general, la gente que trabaja de temporada aprovecha para cerrar los temas referentes al trabajo y la casa de la temporada invernal, para en octubre, gozar de las merecidas vacaciones.

Yo, este año, aspiro a un plácido invierno pirenaico, a vivir a 14.000km de dónde he pasado los últimos dos, y es de esto de lo que os quiero hablar hoy, de la vida en las tierras de más al sur, las del fin del mundo, la de los mares y del suelo más salvaje que mi modesta vida ha conocido.

He tenido el privilegio de formar parte del personal técnico de la Bae, como le llamamos, a la Base Antártica Juan Carlos I. Allí, el grupo de guías de montaña, hacemos todo lo referente a los diferentes trabajos fuera del entorno de la base, trabajamos sobretodo en la seguridad y apoyo en el proyecto d'estudio del glaciar Hurd y Johnson, y en el campamento de la Península Byers con el proyecto de ecosistemas acuáticos no marinos de áreas polares, tendencias ecológicas en un cambio climático global, y en menor medida a estudios de líquenes, comunicaciones, geodesia, permafrost, magnetismo, y alguno que seguro que me dejo. Todo ello, un mundo enriquecedor, para los sentidos y el intelecto.

Desde el punto de vista natural, la Antártida es de esos pocos lugares que te transporta a imaginarte como era el mundo antes de los pisotones del hombre moderno, un paisaje exhuberante con fauna salvaje que ve al hombre como un bicho más, sin miedo, sin temor. Los glaciares, y el mar enfurecido haciendo galopar a los icebergs, es lo primero que me viene en mente cuando pienso en ella, pero, en pocas décimas de segundo, pasa por mi consciente, la playa de Byers, una kilométrica península sin hielo, playas repletas de animales vivos, y esqueletos milenarios en ocasiones, que te hace sentirte insignificante, pero a la vez orgulloso de ser tan pequeño en un paisaje tan grandioso. En esas playas he realizado mis mejores slaloms, entre pingüinos, elefantes marinos y focas leopardo, así como reflexionado sobre mi y la vida con una fuerza y perspectiva de gran angular.

Desde el punto más humano, este frío continente es realmente singular, bases científicas hacen de pequeños pueblos, con estructuras organizativas extrañas para estos tiempos modernos, una experiencia neo religiosa, algo romántica, en la que se hacen buenos amigos, que aunque no los vuelvas a ver en la vida, seguro que de aquí 40 años todavía recuerdas. Sin duda, me alegro mucho de haber vivido tan estrechamente en una sociedad de tan poquitas personas, cada una de ellas superenriquecedora, y alguna que otra que sabes... vaya que no.

Más adelante os iré contando cotidianedades, y presentando curiosidades del lugar, animalitos y montañas, que hay muchas, pero eso será otro día que hay mucho que decir. Aquí os dejo la dirección web de la base.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Roger Crespo:
Ei Oscar! Aquest any també aniràs a l'Antàrtida? Deu ser un lloc maravellós amb paisatges increíbles, a veure si ens ensenyes fotos!
Aviam si baixes algún dia per el Maresme o pujem nosaltre a fer-te una visita, que fa la tira que no ens veiem!!
Una abraçada desde Premià! Salut!

Òscar Alemán Milán dijo...

Epa Roger, aquest més baixaré, a veure si ens veiem. Aquest any em quedo per aquí i ja saps que podeu venir quan volgueu. Fins aviat

uri dijo...

com nem petit? stem millor de l'esquena? últimament sempre que ens veiem estàs bastant cardat... necessites una bona dosi de neu!
ànims i fins aviat!

Jordi Marín dijo...

tot un luxe aquests dos anys!! comptat amb la col·laboració de l'Òscar des de la BAE ha estat tot un luxe.

Moltes gràcies una altra vegada ;-)